La Palabra del Papa: «Evangelización, Misión».
El Papa Francisco en una homilía en la capilla de la Casa Santa Marta explicó que la evangelización se realiza con el testimonio y luego con la palabra, según «el estilo» evangelizador de san Pablo: «hacerse todo con todos» sin buscar la vanagloria personal. Reflexionemos sobre estas palabras del Papa:
“El apóstol Pablo explica a los cristianos de Corinto qué significa evangelizar en la primera lectura propuesta por la liturgia del día (1 Cor 9, 16-19.22-27). También nosotros podemos reflexionar hoy sobre qué significa evangelizar, porque nosotros cristianos estamos llamados a evangelizar, a llevar el Evangelio, que significa dar testimonio de Jesucristo.
Y Pablo, dirigiéndose precisamente a los cristianos de Corinto, comienza así su razonamiento: Hermanos, ¿qué cosa no es evangelizar? Anunciar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria. Por lo tanto, no podemos gloriarnos de ir a evangelizar: voy hacer esto, voy hacer esto otro, como si evangelizar fuese dar un paseo. Sería como reducir la evangelización a una función: mi función es esta…
Puede suceder también, que encontremos laicos que dicen “yo hago esta escuela de catequesis, hago esto, esto, esto…”. Reduciendo de este modo lo que ellos llaman evangelizar a una función. Tal vez alardean diciendo: mi función es esta, soy un funcionario catequista, soy funcionario de esto, de aquello, de aquello… y luego sigo mi vida.
Pero esta es precisamente la actitud de quien se gloría, es reducir el Evangelio a una función o también a una forma de gloriarse: “yo voy a evangelizar y he traído muchos a la Iglesia”. Pues, hacer proselitismo es también una forma de gloriarse. En cambio, evangelizar no es hacer proselitismo». Es más: evangelizar nunca es dar un paseo; reducir el Evangelio a una función; hacer proselitismo.
Lo que significa de verdad evangelizar, lo repite eficazmente san Pablo: No es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. En efecto, un cristiano tiene el deber, pero con esta fuerza, como una necesidad, de llevar el nombre de Jesús, y esto desde el propio corazón. ¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!.
Una advertencia —¡Ay de ti!— para ese católico que piensa: Voy a misa, hago esto y luego nada más. En cambio, si tú dices que eres católico, que has recibido el bautismo, que estás confirmado o confirmada, debes ir más allá y llevar el nombre de Jesús: ¡es un deber!.
Las indicaciones concretas de Pablo, llevan a preguntarnos cuál debe ser nuestro «estilo de evangelización». O sea, ¿cómo puedo estar seguro de que no doy sólo un paseo, que no hago proselitismo y no reduzco la evangelización a un funcionalismo? ¿Cómo puedo comprender cuál es el estilo justo?.
La respuesta la indica siempre Pablo: «El estilo es hacerse todo a todos». Escribe el apóstol: «Me he hecho todo a todos». Significa, en esencia, «ir y compartir la vida de los demás, acompañar en el camino de la fe, ayudar a crecer en el camino de la fe».
En concreto, se trata de comportarnos como cuando «se acompaña a un niño, por ejemplo: cuando queremos que un niño aprenda a hablar, no tomamos el libro “Los novios” y le decimos: “Habla, lee esto y habla”». Más bien le enseñamos a decir ante todo «mamá y papá». Y haciendo así, nos hacemos como niños para que el niño crezca.
Es así, con los hermanos debemos hacer lo mismo: ponernos en la situación en la cual está él y si él está enfermo, acercarme, no estorbar con discursos; estar cerca, cuidarle, ayudarle. Se evangeliza precisamente con esta actitud de misericordia: hacerse todo a todos, con la certeza de que es el testimonio lo que trae la Palabra.
Cuando estaba en Polonia, en Cracovia, en la comida con los jóvenes en la Jornada mundial de la juventud, un joven me preguntó: “Padre, ¿qué tengo que decir a un amigo que es bueno —¡es buena persona!— pero es ateo, no cree, qué tengo que decirle para que crea?. Esta, es una buena pregunta, todos nosotros conocemos gente que se ha alejado de la Iglesia: ¿qué les tenemos que decir? Mira, la última cosa que tienes que hacer es decir algo. Comienza a hacer, él verá lo que haces y te preguntará; y cuando él te pregunte, tú dile.
En definitiva, evangelizar es dar este testimonio: vivo así, porque creo en Jesucristo; yo despierto en ti la curiosidad de la pregunta “¿por qué haces estas cosas?”. Y la respuesta del cristiano debe ser esta: Porque creo en Jesucristo y anuncio a Jesucristo y no sólo con la Palabra —hay que anunciarlo con la Palabra—, sino sobre todo con la vida. O sea hacerse todo a todos, ir donde tú estás, en el estado del alma en el que te encuentres, en el estado de crecimiento en el que estés.
Esto es evangelizar y también esto se hace gratuitamente . Lo escribe Pablo: ¿Cuál es mi recompensa? Predicar el Evangelio entregándolo gratuitamente. ¿Por qué gratuitamente? Porque nosotros hemos recibido gratuitamente el Evangelio. La gracia, la salvación no se compra y tampoco se vende: ¡es gratis! Y gratis debemos darla. Precisamente esta gratuidad, este testimonio al anunciar a Jesucristo lo vemos en muchos hombres, mujeres, consagradas, consagrados, sacerdotes, obispos, que se hacen todo a todos, gratuitamente». Una gratuidad que se encuentra en toda la historia de la Iglesia. Hoy, es la memoria de san Pedro Claver, un misionero que marchó a tierras lejanas a anunciar el Evangelio. Tal vez él pensaba que su futuro era predicar: en su futuro el Señor le pidió estar cerca, junto a los descartados de ese tiempo, los esclavos, los negros, que llegaban allí, desde África, para ser vendidos. Y este hombre no salió a dar un paseo diciendo que evangelizaba; no redujo la evangelización a un funcionalismo y tampoco a un proselitismo. San Pedro Claver anunció a Jesucristo con los gestos, hablando a los esclavos, viviendo con ellos, viviendo como ellos. Y como él, en la Iglesia, hay muchos que se anonadan para anunciar a Jesucristo.
También todos nosotros, hermanos y hermanas, tenemos el deber de evangelizar, que no es llamar a la puerta del vecino y la vecina y decir: “¡Cristo resucitó!”. Es, sobre todo, vivir la fe, y hablar de ella con mansedumbre, con amor, sin intención de convencer a nadie, sino gratuitamente. Porque evangelizar «es dar gratis lo que Dios gratis me dio a mí»”.
PAPA FRANCISCO en la misa matutina en la capilla de la Casa Santa Marta.
Viernes 9 de septiembre de 2016
Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 37, viernes 16 de septiembre de 2016