Queridas familias 

En ésta ocasión, llamamos a la puerta de vuestros hogares, en la víspera del Domingo de Ramos, un día antes de lo habitual, ya que aprovechamos esta publicación mensual, para acompañarla de todo el material que la Delegación de Familia y Vida, ha preparado para nosotros, “Propuestas para vivir la Semana Santa en Familia”.

Ahora os dejamos con nuestro  habitual prólogo…

Hoy nos encontramos celebrando este especial Domingo de Ramos, seguro que en nuestra retina, tenemos grabadas imágenes felices, de este domingo en años anteriores, y no es para menos, ya que acompañamos a nuestro Señor en la entrada gloriosa a Jersusalem, alabado y bendecido por tantos, con palmas y júbilo a su paso.

Este año vivimos este domingo, confinados en casa, en familia, en medio de esta cuaresma, en la que el Señor nos recuerda que ÉL fue tentado, durante 40 días por el príncipe de la mentira, Satanás,  y le mostró todo el poder y riquezas del mundo, esos poderes que nuestra sociedad ha acogido como los verdaderos dioses de nuestro mundo actual, un estado de bienestar, que para estar bien, pretende dejar, apartado a Dios.

Qué curioso vivir estos días, de manera sencilla, sin posibilidad de salir de casa y alimentar a estos dioses, que ahora quedan relevados a un quinto o sexto lugar, de nuestras prioridades, seguridades que nos vende el mundo y que en muchos momentos compramos, y que nos enredan y nos dispersan de encontrar a Dios.

Ahora es más fácil ver a Dios, en el silencio, en la sencillez, en lo cotidiano, en lo habitual, en hacer extraordinario, lo ordinario, en poner nuestros dones al servicio de nuestra familia dentro de casa, donde no recibimos honores, por todo ello.  Ante el momento de tribulación y prueba que vivimos, es tiempo de recordar y actualizar nuestro amor verdadero, volver al origen, recordar lo bello de nuestra unión, de nuestra familia, de nuestro matrimonio. Es en ese origen donde podemos ver a Dios, donde todo comenzó con EL desde el inicio, sin duda un momento de gloria, tan necesario revivirlo en estos días, en que la muerte y la desesperanza llena nuestro alrededor. ¡ Qué difícil es vivir todo esto sin DIOS !.

En estos dias nuestras familias, tienen una oportunidad única de vivir y crecer en la caridad, la justicia, vivir en definitiva la entrega de todos sus miembros por amor a DIOS, al resto. Dar nuestra escucha, nuestro tiempo, nuestra entrega, darnos por enteros y entender que nacimos para DARNOS.

En esta ocasión, podremos profundizar en la caridad y la justicia, a través de nuestras habituales secciones:

LA PALABRA DEL PAPA: MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PARA LA CUARESMA 2008, se nos ofrece reflexionar sobre lo que significa la limosna: socorrer al prójimo en sus necesidades y compartir con los demás lo que poseemos por bondad divina.

SANTOS ESPOSOS: Un matrimonio español en proceso de beatificación, Paquita y Tomás: Al cielo de dos en dos

TESTIMONIOS: “QUIEN ACOGE A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS ME ACOGE A MÍ”. Este mes os compartimos el conmovedor testimonio de un matrimonio que, movidos por la generosidad y el deseo de entregarse, abrieron su hogar a la acogida de menores.

OCIO Y TIEMPO LIBRE: #YOMEQUEDOENCASA.  ¡Este mes aprovechamos para visitar en familia diferentes lugares pero de forma virtual! Además os damos alguna idea para vivir la Semana Santa en casa en familia: Manualidades, música, cine,…

“En FAMILIA”: En este mes vamos a hablar de los indicios de vocación: ¿cómo sé si mi hijo tiene vocación?

«QUIEN ACOGE A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS ME ACOGE A MÍ»

Queridas familias, 

Este mes os compartimos el conmovedor testimonio de un matrimonio que, movidos por la generosidad y el deseo de entregarse, abrieron su hogar a la acogida de menores.

Su visión de ACOGIDA pasa por considerarla como una redención de Dios, a través del sacrificio personal. Según Carlos y Marisa, sólo desde Dios puede verse este camino como “fácil”, y disfrutar de cada uno de sus hijos acogidos como un verdadero privilegio.

A pesar de toda la dificultad humana que conlleva, se hace presente una caridad vivida desde la necesidad de oración permanente, y la alegría en la Cruz.