EL GRUPO SANTA TERESA CON LAS FAMILIAS DE EMAÚS
Hace dos semanas nos llamaron al Grupo Santa Teresa para ir a dar testimonio al grupo de familias de Emaús, y allí fuimos.
En nuestro caso y al ser un grupo de mujeres separadas de la diócesis, principalmente compartimos nuestro sentimiento inicial de derrota, de no poder con lo que la vida nos ponía por delante.
Cada una explicó su proceso de trabajo… y qué nos ayudó y motivó para ponernos a ello.
Algunas experimentaron una sensación de ser recibidas de nuevo por la Iglesia pero con honores… Al principio de una separación corres el riesgo de pensar que eres una mancha para la Iglesia, que no puedes aportar ya, afortunadamente esto no es así, y vuelves a experimentar el abrazo de la Iglesia, porque necesitamos este abrazo para seguir.
Otras descubrieron que significaba el abandono real a la Divina Providencia, algo que hemos escuchado mil veces pero que, de pronto, te lo tienes que creer y pedir y experimentarlo y es muy sanador porque ya no cuentas con tus fuerzas, ahora le dejas el timón al que todo lo puede. Esto no es fácil, es también un camino de ir dejando tus seguridades humanas de lado y sustituirlas por lo que nos dijo Jesucristo en el Evangelio: lo que pidáis en mi nombre os será concedido.
Otras dan gracias a Dios por las vidas que tienen ahora, donde tiene lugar “el aparente fracaso a los ojos humanos” para dar lugar al ser felices, trabajar para serlo “en las nuevas circunstancias”, ¡seguimos siendo una familia!
Nos preguntaron cómo enfocábamos el tema del perdón y eso también cada una lo ha vivido de distinta manera, pero el nexo común es que es un proceso; el perdón tiene tiempos y los de cada uno son diferentes, unos pueden pronto, otros tardan más, lo importante es tener claro que hay que llegar al perdón y a vivir sin rencores, este fue el mensaje además que nos transmitió el Papa cuando nos recibió en el 2016 en Roma.