EL GRUPO SANTA TERESA EN CUBAS DE LA SAGRA EN EL MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE LA CRUZ

Esa mañana del domingo 17 de noviembre, con viento, lluvia y bastante frío, el día era de lo más desapacible, salimos de Toledo en dos coches, un grupo de ocho Teresas llenas de alegría e ilusión.

Alegría porque a pesar de nuestros problemas, nos encanta estar juntas, compartir, contarnos, animarnos… Por algo nuestro grito de guerra es ¡¡¡ARRIIIIIIBA!!!

Ilusión porque ir a rezar a un lugar tan sagrado y bendecido, nos llena de esperanza.

Nos reunimos con nuestros dos queridos e inigualables sacerdotes: Josué y Miguel y conseguimos llegar al santuario, que no es tarea fácil.

Dimos una vuelta enseñándoles el lugar a las que no lo conocían y participamos en la Misa a la que se acerca mucha gente, venida de los mas diversos lugares.

Rezamos ante los restos de la Santa Juana sobre todo por las Teresas y para que nos ayude en nuestro segundo gran sueño de estar de nuevo con nuestro querido Papa Francisco. Su intercesión fue definitiva en la primera ocasión y creo firmemente que, si es para bien, ahora ocurrirá lo mismo.

También tuvimos la oprtunidad de subir al camerino de la Virgen de la Santa Cruz y besarle su manto.

Bajamos a la cripta donde están los restos del primer santuario y el lugar exacto donde la Virgen Maria, en cuerpo y alma, hincó la Cruz. En este lugar se respira y siente en lo más profundo, algo especial. Como dije al principio, es un lugar sagrado, bendecido y, desde donde se reciben muchas bendiciones.

El párroco de Cubas, D. Enrique, nos contó toda la historia. Lo hace desde el corazón, con un amor y sabiduría exquisitos. Estuvimos embobados todos los presentes, perdimos realmente la noción del tiempo.

A continuación saludamos a una de las religiosas de la comunidad y le hicimos muchas preguntas. Nos abrió la tiendecita y compramos algunos libros y recuerdos.

Nos dejaron un salón donde compartimos lo que llevábamos, todo riquísimo y hecho con amor y mimo, compartimos también nuestras risas y disfrutamos un montón.

Volvimos a  nuestros lugares contentas por la jornada de convivencia tan completa.

Gracias una vez más amigas Teresas, guapas y a nuestros sacerdotes Miguel y Josué por dedicarnos el día con tanto cariño, siempre disponibles, alegres y transmitiéndonos paz.

Gracias Santa Juana por acercarnos a nuestra Madre María.