Según las necesidades de las parroquias, mediante –al menos ocho charlas- impartidas entre semana o entre varios fines de semana.
En cada curso se recomienda que haya un equipo parroquial compuesto por el sacerdote y varios matrimonios para acompañar a los novios, ofrecerles una acogida afectuosa y seguirles durante todo el curso. Estos equipos, si la parroquia no puede asumirlos, se intentaran hacer por arciprestazgos.